FUI MANCHA, fui venda, fui herida, de mis quince cerebros salían balsas desesperadas buscando su catarata, de mis labios palabras muertas que se varaban en los tornillos de la tráquea, sabía que el disfraz de persona se me rompe por las axilas, sabía que el disfraz de humano se me despega a diario por culpa de las carcajadas, soy un gato que solo se deja acariciar en tejados a punto de desplomarse, soy un grano de arroz que aborrece las paellas, una isla que odia los archipiélagos, un lobo que nunca comerá vuestros corderos aunque me los pintéis de oro, aunque me los adobéis de esmeralda, aunque me améis por encargo y me llaméis por mi nombre por vigésima vez cambiado, sabía que mi futuro era la soga o la poesía, sabía que mi futuro era la poesía torcida y desatada, no la poesía de cielos azules ni de manos abiertas, no la poesía que parece que está mirando a la cámara mientras pronuncia la palabra "patata": la poesía que yo amo es el jaguar que lleva un caimán de juguete en la boca, es el jilguero carnívoro, es el grillo borracho, es la petunia afónica, ¡la poesía que yo amo es el caballo cansado de yeguas que intenta aparearse con los postes del telégrafo!